Siempre fue un rebelde y aún lo es, aunque ha aprendido a domar su carácter impetuoso. Adrián Butzke (1999), no sabe cómo sigue vistiendo la camiseta que siempre amó, «granadinista de sangre». «Con los p problemas que he dado…» suspira el mediapunta.

Su trayectoria en las categorías inferiores del club, al que llegó como alevín, está plagada de conflictos con entrenadores y rivales. «Mi lunar siempre ha sido el pronto que tengo. Cuando algo me disgusta, me entra un ardor por dentro durante cinco segundos puede salir por cualquier lado», explica Adri, como se le conoce, ya más maduro y con una perspectiva nueva. Su cesión al Haro riojano en 2ªB la pasada temporada supuso una «mili» que le ha hecho «mejor persona», como reconoce y agradece a quienes le convencieron para irse. Ahora, de vuelta, es el referente goleador del Recreativo Granada de Rubén Torrecilla en 2ª RFEF con 3 tantos en 5 jornadas. Ya no está dispuesto a desaprovechar ninguna oportunidad saltar al primer equipo que tan cerca tuvo con Diego Martínez dos años atrás.

El fútbol nunca fue más que un juego para Adri Butzke hasta que salió por primera vez de Granada. «Por más que me hiciesen contrato o subiera con los mayores, cuando iba a la ciudad deportiva lo hacía con la misma relajación con la que lo actuaba desde niño. No me creía que pudiera convertirse en mi trabajo, que me hiciese profesional», justifica el granadino. Esa inconsciencia causó que aquella joya de la cantera de la que tanto se esperaba, catalogado como un genio salvaje por el entrenador Jaime Morente, no terminaba demarcar las diferencias. «Todos los técnicos que he tenido han visto algo en mí, pero si yo no explotaba era porque no me daba la gana, sinceramente», desvela Adri ahora, crítico consigo mismo. La cesión al Haro le permitió encontrar su causa. «He madurado mucho. Salir me ha hecho valorar lo que es el fútbol de verdad, mi trabajo», apunta el jugador, que en la primera mitad de la temporada estuvo cuatro meses sin cobrar debiendo pagarse el gimnasio de su primo bolsillo. » Lo pasé mal, porque además me costó entrar en el equipo y de hecho me iba a ir ya en Navidad. al final me quedé, pero terminamos descendiendo a 3ª RFEF. Me da coraje que vaya a recordar asó ese año porque en el pueblo hice muy buenas migas», lamenta Butzke, quien pese a todo no se arrepiente para nada, «aprendí mucho, me cambió. Maduré lejos del socio de mi madre…y ahora me salen muy ricos», bromea. Adentrarse en la cruda realidad del fútbol modesto abrió los ojos al de monachil, «Valoré las comodidades de un filial como el del Granada. Además veía a Pepe, Isma o Torrente con el primer equipo por Europa y me daba mucha envidia. Pensaba que yo podía estar ahí», admite. De ahí que, a su vuelta, Adri Butzke se propusiera no volver a irse nunca más. Empezó a machacarse en el gimnasio y, ya en partidos, la madurez adquirida en el Haro se reflejó en el campo, » Es que soy muy casero y muy del Granada. Me quedaría toda la vida aquí, pero primero debo de hablar en el campo», sonríe.

Butzke no quiere perder más trenes, «Aún siento la frustración por no haber debutado su momento con el primer equipo en partido oficial. Estuvo ahí, a un pasito. Siento esa espinita», reconoce, aunque hace una lectura positiva de lo que ha tenido que vivir. «A veces hay que dar dos pasos hacia atrás para dar tres hacia delante, de haber debutado antes, quizás no lo habría valorado tanto com ahora, que voy a muerte por cada oportunidad», asegura.

Todavía conserva agradecimiento sincero y una gran admiración por Diego Martínez, «Que puedo decir de él? Todos aprendimoss muchísimo. Hizo mucho por todos los chavales de la cantera, casi todos los días tenía a cinco o seis con el primer equipo; nos acercó. Ojalá hubiese coincidido con él ahora, con la mentalidad que he ganado. Le habría dado mucho más», sostiene. Aún no ha tenido demasiado contacto personal con Roberto Moreno, junto a quien ya ha entrenado alguna vez, pero le ve como a un «muy buen entrenador».

Adri mantiene pendiente la asignatura de estampar el broche de oro a un ascenso en rojiblanco horizontal desde que era alevín. Entró en las categorías inferiores del Granada después de haber protagonizado auténticos disparates en su Monachil nata. «Empecé a jugar a los tres años con. mi hermano mayor y sus amigos y cuando entré a un equipo y me bajaron con los de mii edad, a los que ya sacaba una cabeza, pasé a jugar de portero paras salir con el balón, regatear a todos y marcar. Lo hacía incluso en competición y en fútbol7» relata divertido, «de hecho, la selección granadina llegó a convocarme de portero cuando ya me había vuelto jugador», añade. Del juego en dimensiones reducidas le quedó obsesión por mantenerse en contacto con la pelota de forma continua, «Me fueron poniendo como delantero or mi altura, perp me pedía que bajase a recibir, tocara y me desmarcase de nuevo. Lo mantengo desde entonces», explica Butzke, que tiene a Karim Bnezema como referente». No me considero un goleador, siempre he disfrutado más de una asistencia. Me da igual no marcar diez goles en una temporada si genero veinte», resuelve el granadino , quien si preguntan por su posición ideal responde sin dar que la de mediapunta. «Me siento más cómodo cerca de la construcción del juego que peleándome con los centrales en punta, pero desde mi último año de juvenil vengo haciendo más lo último», se resigna. Ahora, Con Rubén Torrecilla, está mostrando su mejor fútbol, «Nunca antes había alcanzado este nivel ni me había sentido tan bien»

Aunque termina contrato a final de temporada, Adri confía en hacer carrera como rojiblanco, «Todos mis amigos y familiares han sido siempre hinchas, como yo. Desde que era pequeño me preguntan que haría si me llamase el Madrid y yo siempre digo que mi sueño es ganar la Copa del Rey con el Granada», subraya, aún con el recuerdo de la celebración del gol de Germán en semifinales con el Athletic, que vio juntos a sus amigos en la cafetería Almudena del Zaidín, junto al estadio, y el dolorosísimo gol de Yuri después.

«Todo lo que quiero es ponerme ka camiseta del equipo de mi ciudad, marcar en Los Cármenes y saltar a celebrarlo a la grada con mis amigos», comparte. «El otro día volví de Mancha Real a mi pueblo, después del doblete, y por la calle me llovían los abrazos. Eso es lo que quiero durante toda mi carrera, porque siento el escudo», expresa con una sonrisa llena de pureza. Adri Butzke ya es un adulto, pero todavía sueña como un niño.

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